En los años posteriores a su muerte me doy cuenta que la falta de su cuerpo físico no disminuye en lo absoluto su influencia en mi vida. Por el contrario, cada año que pasa experimento cada vez más su presencia, su orientación, su amor, y su risa cósmica cuando me tomo muy en serio. Mi experiencia me sugirió la posibilidad de que otras personas, quienes nunca lo «conocieron» físicamente, pudieran ser impactadas por él de la misma manera. Esta suposición ha sido confirmada por un número sorprendente de personas quienes han reportado que a través de libros, conferencias, grabaciones y contacto personal con devotos/as han sentido la presencia de mi gurú de una manera que ha llenado sus vidas de gracia.
Hablo de él como «mi gurú», pero de hecho nunca pienso en él o en nuestra relación de una manera tan formal. Para mí él es simplemente Maharajji, un apelativo (Maharaji) que significa «gran rey», tan común en la India que incluso hasta a un vendedor de té se le puede llamar de esta manera.
Los/las que estuvimos con Maharajji nos reunimos con frecuencia en la India o en occidente y nuestra conversación se centra invariablemente en recuerdos de él. Historia tras historia van brotando, siendo acentuadas ya sea con un silencio, una risa o con una de sus expresiones mientras saboreamos la profundidad y exquisitez de cada relato. En estos momentos el espacio se llena de espíritu viviente, y entonces sabemos que él está entre nosotros.
En mis viajes he conocido a miles de personas en su despertar espiritual cuya receptividad de corazón me anima a compartir el vínculo con Maharajji a través de las historias sobre él. Pero hasta el momento solo unas pocas de estas historias han aparecido impresas, principalmente las que corresponden a mis experiencias personales con él. Fue para remediar esta situación que nació este libro.
Inmediatamente después de su muerte animé a varios/as occidentales a que viajaran por la India recolectando historias sobre Maharajji. Lograron obtener unas cuatrocientas anécdotas, pero durante el proceso encontraron que muchos de los devotos indios se resistían a hablar. Maharajji siempre había desaprobado que se hablara mucho de él, y los devotos indios seguían sintiendo esta restricción. En 1976 dos de nosotros regresamos a la India y encontramos, para nuestro deleite, que muchos de los devotos indios (quienes, por supuesto, lo habían conocido mucho mejor y a lo largo de muchos más años que nosotros) estaban ahora dispuestos a compartir libremente sus valiosas historias. En ese momento logramos reunir mil doscientas. Desde entonces, con la ayuda de otro occidental, hemos añadido cuatrocientas más obtenidas en oriente y occidente; trayendo así el número total de historias, anécdotas y citas a superar las dos mil; todas basadas en entrevistas con más de un centenar de devotos/as.
Por supuesto, incluso este centenar de devotos/as son tan solo una pequeña fracción de las miles de personas que fueron impactadas por Maharajji durante el transcurso de su vida, cada una de las cuales guarda alguna memoria o pieza preciosa del rompecabezas. Pero para no ahogarnos en ese océano de recuerdos, en cierto momento tomé la decisión arbitraria de parar de recolectar y empezar a organizar lo que ya teníamos.
Los devotos/as cuyas historias se incluyen abarcan una amplia gama de posiciones sociales y culturales. Se recogieron entrevistas, tanto de funcionarios importantes en sus oficinas como de barrenderos en las calles. Grabamos conversaciones entre las mujeres de las aldeas en las colinas del Himalaya mientras se agachaban a calentar sus manos alrededor del brasero de carbón al final de la tarde. Escuchamos reminiscencias en salas, calles, templos, sentados alrededor del fuego y bajo las estrellas; en carros, jacuzzis, aviones y durante largas caminatas. Hay historias ofrecidas por sacerdotes hindúes mientras encendían sus chillum (pipas para fumar hachís); por profesores, oficiales de policía, granjeros e industriales; por niños y sus madres, quienes hablaban mientras revolvían sus ollas hirviendo sobre fuegos de leña. Hubo siempre el mismo sentimiento de tímida alegría al compartir con alguien más un recuerdo tan privado y precioso. Estos encuentros para hablar sobre Maharajji estaban, indescriptiblemente, llenos de gracia.
Habiendo reunido estas historias, nuestra siguiente pregunta era ¿cómo presentar todo este material? Estuve trabajando con esta inquietud, escribiendo y reescribiendo por tres años. Mi esfuerzo inicial estuvo enfocado en una cronología personal, pero encontré que en tal estructura no se incluía fácilmente todo el material y que, además, esta exigía la inclusión de mucho contenido que parecía irrelevante. Así que empecé de nuevo, esta vez incorporando mis experiencias personales simplemente como relatos adicionales y agrupando historias seleccionadas bajo varios encabezados temáticos. El resultado es el compendio actual.
Estas historias, anécdotas y citas crean un mosaico a través del cual podemos conocer a Maharajji. Para unir los componentes de este mosaico he usado el mínimo de «cemento estructural», prefiriendo omitir —en lo posible— mis interpretaciones y mi perspectiva personal.
Pero esta estrategia de compartir el material en su forma más pura, compromete de alguna manera tu motivación como lector/a, ya que he excluido los usuales argumentos seductores que te invitarían a seguir leyendo. No quise manipular tu deseo de querer leer sobre Maharajji; por el contrario, quise simplemente que lo que estuvo disponible para mí, estuviera disponible para ti. Como lo verás, Maharajji exigió que todos hiciéramos un esfuerzo considerable para tener su darshan (la experiencia de su presencia). De manera similar, siento que está en el espíritu de sus enseñanzas el exigir que aquellos/as lectores/as que reciban su darshan a través de este libro, hagan un esfuerzo «correcto» o «real» (en el sentido hablado por el Buda en el «Camino Óctuple» y por George Gurdjieff).
Así que si te acercas a este libro con el deseo de conocer a Maharajji —y tener su darshan— de modo que afecte profundamente tu vida como lo hizo con la nuestra, entonces vas a querer trabajar con este libro de una manera lenta y reflexiva. Solo puedo asegurarte que, en mi opinión, cada historia tiene alguna enseñanza digna de introspección. No querrás ni podrás leer este libro de principio a fin en una o incluso en unas pocas sesiones. Preferiblemente, como con un buen brandy, estas memorias deben ser degustadas lentamente, permitiendo que el sabor y aroma penetren profundamente en tu mente y en tu corazón. Y recuerda escuchar el silencio que envuelve cada historia, porque el verdadero encuentro con Maharajji sucede entre las frases y detrás de las palabras. Tu esfuerzo será ampliamente recompensado al llegar a conocer a un Ser de una magnitud espiritual raramente encontrada en la tierra.
Es difícil separar a Maharajji y sus enseñanzas del entorno en el cual lo conocí. Su cuerpo, en un sentido más amplio, es para mí la India: son las hermosas montañas del Kumaon y el río Ganges; son los devotos con toda su ternura y sus riñas amistosas; son sus templos y las fotografías de él. Sus enseñanzas fueron el amor de la Madre Tierra que experimenté por primera vez en los pueblos de la India; mis problemas de disentería y de visas; las vacas sagradas y los paseos en rickshaw (bicitaxi); los mercados repletos y las caminatas por la selva nublada. Y sin embargo, mientras la «obra dramática» del estar con Maharajji acontecía sobre el colorido escenario de la India, parecía que la utilidad de esta asombrosa escenografía estaba simplemente en ofrecer un marco de experiencias a través de las cuales las enseñanzas pudieran ocurrir. Él mismo no parecía particularmente indio, no más oriental que occidental; aunque lo conocimos en templos hindúes, no parecía más hindú que budista o cristiano.
Él usó todos los elementos de nuestras vidas —ropa, comida y sueño; miedos, dudas y aspiraciones; familias y matrimonios; enfermedades, nacimientos y muertes— para enseñarnos a vivir en el espíritu. Al hacerlo, él inició un proceso a través del cual podríamos continuar aprendiendo de las experiencias de nuestras vidas, incluso cuando no estábamos con él. Esto explica, al menos en parte, la continuidad de las enseñanzas que todos/as hemos experimentado desde su muerte.
Espero que al trabajar con estas historias logres afinar tu percepción de tal manera que conozcas a Maharajji y establezcas un diálogo con él mediante los acontecimientos de tu vida diaria. Tal diálogo, de momento a momento y llevado a cabo en el corazón, es una extraordinaria forma de alquimia para transformar la materia en espíritu a través del amor.
Es de esta manera que he estado compartiendo con Maharajji, y no sabría como empezar a contarte…
- Ram Dass
San Anselmo, California
Marzo de 1979.